Cuenta la leyenda que una princesa mora, enamorada de un rey, murió aquí, pero lejos de todo rumor incierto, hoy en día estas rocas son el reino del buitre, que sobrevuela el paisaje del Parque Nacional de Monfragüe y anida entre sus piedras.
El lugar no es sólo idóneo para las aves, sino para los apasionados de la ornitología y el birdwatching, que no deberían perderse este espectáculo donde abunda el buitre leonado, la cigüeña negra y el águila imperial. Así que recomiendo llevar unos prismáticos para avistar los nidos.
En el cielo los buitres sobrevuelan entre las rocas girando y planeando como si se tratase de un espectáculo preparado.
Abajo, en el nacimiento de las puntiagudas rocas, se encuentra el Tajo, que plácidamente recorre Monfragüe y presenta su mejor aspecto, entre jaras, matorrales, encinar y multitud de especies animales.
Pero el verdadero protagonista son los buitres. El mirador parece estar hecho para ellos, para que luzcan desde Extremadura como ave emblemática carroñera y en sus peores momentos desde que las vacas locas desterrasen sus provisiones de las dehesas. Va por ustedes... dice el buitre del tercero izquierda antes de lanzarse al vacío con las alas abiertas de par en par. Un niño lo señala y todos los turistas giran su cara mientras el buitre remonta hacia el cielo casi siempre azul.
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